Al cumplirse un año del asesinato de Fernando Villavicencio:
“Lita, de grande, yo voy a ser periodista. Porqué yo voy a leer mucho como Villavicencio”, dice Emanuel un niño de 4 años y 10 meses a quien no se le ha escapado que Fernando Villavicencio fue asesinado, hace ya dos meses. Es el mismo niño que decía a su abuela, en enero del 2023, recién cumplidos cuatro años; Lita, vamos a ver las noticias para verle a mi tío doctor. Su tío estaba en un cargo público conflictivo y aparecía en los noticieros.
Estas expresiones de un niño nos permiten mantener la esperanza de días mejores. Este niño crecerá y tendrá mucha información, difundirá sus conocimientos y seguramente luchará por su patria, el Ecuador. Él, hijo de migrantes venezolanos, de padres profesores que tuvieron que, entre lágrimas y con una piedra en el pecho, abandonar su patria tomada por el chavismo de Maduro.
Cada vez qué pienso en los momentos que Fernando y yo conversábamos o discutíamos de política, las lágrimas vienen a mis ojos. Pensar que fui yo quién permanentemente le decía que él era la persona ideal, la elegida para construir un candidato a presidente, que asuma las banderas de todos los procesos, de todas las organizaciones sociales, de todos los grupos organizados o no, para redimir a nuestra patria.
Fui yo, lo confieso, el que de a poco fue seduciendo y convenciendo de que él era el único que lo podía lograr. En varias discusiones, con su típico “no me jodas, no voy a ser candidato a nada”, hasta que él, con decisión propia, asumió su responsabilidad para decir “yo soy el único candidato que tiene la capacidad de luchar contra las mafias…”
Si, también confieso que yo luchaba en cada foro y en muchas conversaciones ponía delante de todos, la figura de Fernando Villavicencio. Eran precisamente los “compañeros” de lucha quienes peor se expresaban al inicio, tildándolo de extremista cuando joven y posteriormente de derechista y de agente de la CIA, los de la izquierda dogmática. Fueron los compañeros de profesión, los periodistas, que con tono despectivo se referían a él como el sindicalista y después como el exsindicalista petrolero; pero, cada día sus investigaciones periodísticas eran más sólidas y con argumentos mucho más elaborados y difíciles de refutar. Varias ocasiones los interpelados, los denunciados recurrieron a la famosa “justicia” para intimidarlo e intentar acallarlo; siempre, desde entonces, estuvo con denuncias o juicios a cuestas, los que consumían tiempo y recursos.
Pero él, seguía madurando sus temas de investigación, cada vez más contundentes cada vez más desembozado; y cada vez, más y más ciudadanos confiaban en Villavicencio, cada vez más gente se acercaba para entregarle documentos o contarle del latrocinio cotidiano que nuestro país sufría en cada ministerios o empresas públicas.
Fernando debutó con temas demasiado duros, conflictivos y difíciles de entender para las personas comunes; esos sectores donde corría mucho dinero en contratos y lógicamente en sobornos y sobreprecios. Eran precisamente los temas energéticos, de ellos, el principal, el tema petrolero.
Esos eran, y siguen siendo, tiempos de corrupción en las empresas públicas, tiempos de comisiones y sobreprecios; pero, sobre el país se cernían días mucho más oscuros y sórdidos. A la vez que Fernando profundizaba en sus investigaciones se acercaba al problema central, la concesión del Campo Palo Azul a Petrobras, la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas, La Refinería del Pacífico, la comercialización del crudo, el tema telefónico y las concesiones a dos empresas trasnacionales, la liquidación de la empresa pública Allegro por pésimo manejo. Y continuó el latrocinio en la contratación de la construcción de las hidroeléctricas manejadas por el gobierno de los exmandatarios Correa y Glas quienes asumieron una confrontación directa y amenazantes contra el investigador de la “irregularidades”, contra las investigaciones de corrupción, comisiones, sobreprecios y obras inconclusas.
Hace 4 años le propuse viajar a Guayaquil por varios temas, entre ellos el saqueo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social en particular el Hospital Teodoro Maldonado Carbo. Habíamos conversado sobre la necesidad que “mi candidato”, debía conocer no solo el tema petrolero y energético; que su lucha debía ser global contra la corrupción en todos los sectores, su preparación era necesaria en múltiples áreas del qué hacer diario del país; pues, accedió y emprendimos viaje. Era la primera vez que nos enterábamos de viva voz de los grupos delincuenciales al interior de una casa de salud, los mismos que no permitían el normal funcionamiento, los que amedrentaban al personal médico y administrativo, eran aquellos que pagaban para poner un gerente obsecuente junto al administrador, al bodeguero, los asistentes administrativos y grupo de choque que amenazaban la integridad de los profesionales. Dos directores médicos ya habían sufrido ataques con armas de fuego y golpes por lo que tuvieron que renunciar.
Escuchamos desde temas anecdóticos como el caso de un conocido abogado de Guayaquil a cuya esposa había amenazado de muerte por cuanto ella poseía un video de los gustos masculinos de su esposo y quería que Fernando lo haga público, hasta temas duros que nos hablaban del tema de los puertos y el manejo privado de un recurso que debía manejar el estado, el costo desmesurado de las carreteras por cada kilómetro de asfaltado, el abuso de los recursos del Municipio de Guayaquil y de las aduanas, aparte del paso de mercadería, el paso de vehículos de lujo para gente que tenía carnets de discapacidad falsos y nos confirmaban el paso de cocaína por contaminación de los contenedores, para nosotros era un tema aparentemente lejano.
Su personalidad para algunos era arrogante y de ello conversábamos, para que lo parezca menos; pero, era su característica, parecía una torre, era como Paco de Lucía a la música. Era su presencia de gran Fiscal de la patria, la que le daba arrogancia; esa presencia que le sirvió para enrostrar a sus adversarios y recriminarlos por su ignorancia.
Varias ocasiones he hablado con amigos como Napoleón, Neptalí, Marcelo, Paulina, Diego a quienes les había dicho que deberíamos escribir nuestra propia historia, “La Otra Historia”, la que no se ha contado, la que no consta en los libros oficiales de texto, la que seguramente tratará de ocultar la historia de Fernando Villavicencio, porque, para los poderosos intereses mafiosos y otros revestidos de empresariales, intereses narco delincuenciales y narco políticos no sería nada conveniente que se difunda el pensamiento y obra de Fernando Villavicencio pues les sería, no sólo incómodo, hasta peligroso.
Si los jóvenes asumen el pensamiento de Fernando Villavicencio y se difunde en las universidades y en los colegios realmente vendría una nueva ola de pensamiento, una nueva ética se construiría en el país con la palabra, con la obra de Fernando Villavicencio se sabría que incluso fuera del país, el nombre de Fernando ya era conocido y respetado que el mismísimo país del norte Estados Unidos quienes recogían la obra publicada por Fernando Villavicencio para con esos elementos encausar a los delincuentes que lavaban dinero en USA, dinero robado en el Ecuador.
Antes de su asesinato, entre algunos amigos habíamos conversado sobre la importancia política de Fernando Villavicencio quien representaba la figura más potente que había surgido en los últimos años. Me atreví a aseverar que después de Jaime Roldós no había nacido una figura tan potente y diáfana con profunda ética. Nadie podía comprarlo, nadie podía decir que él había ensuciado su figura con alguna forma de extorsión, con algún favor o empleo para algún allegado. Excepto, desde luego, las calumnias de los trolls de la delincuencia organizada, que hacían hasta lo imposible por ensuciar las investigaciones sobre la corrupción del régimen correísta.
Es la figura intelectual y política que se podía comparar con ese luchador de la palabra llamado Juan Montalvo. Cuando he escrito estas palabras elevando el nombre de Fernando Alcibíades Villavicencio Valencia, hay gente que dice y dónde está la obra. La obra está en cerca de 10 libros, la mayoría en colaboración con sus amigos de vida periodística o política y más de ciento cuarenta reportajes publicados en revistas (Vanguardia) nacionales y extranjeras (Caretas), portales periodísticos como Plan V, Mil Hojas, Focus, Periodismo de Investigación, La Fuente y otros.
Se hace necesario realizar un estudio concienzudo de su obra para poder dimensionar al protagonista de esta historia.
Mi amigo, de origen campesino, como yo, el que llegaba a contarme incluso cosas íntimas como su migración a Quito desde su natal Alausí (Sevilla), sus sentimientos más profundos, sus amores y desamores que efectivamente narrados con los adornos literarios con los que le daba brillo a su narrativa hizo que se queden grabados en mi memoria. Muchas cosas personales, muchas decepciones personales y familiares. Las crisis que teníamos no sólo económicas también políticas y existenciales. Eran nuestras intimidades.
Hay muchas cosas qué recordar, siempre he querido traer a mi mente, cuándo fue la primera vez que nos vimos. Seguramente fue en alguna reunión en la Federación de Trabajadores Petroleros (FETRAPEC), o tal vez en el anterior comité de empresa de los Trabajadores de Petroecuador (CETAPE).
Nos conocimos en la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS) una organización social y política creada por las múltiples organizaciones de la sociedad civil como gremios, sindicatos, organizaciones barriales, asociaciones que durante los años 90 hasta pasado los 2000, fueron los artífices del cambio, de la transformación política de la sociedad civil, la organización que termina creando el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik – Nuevo País. Ese fue nuestro bautizo político, esa fue la organización de jóvenes que querían nuevos días para su país. La mayoría de estos jóvenes se apartaron de las organizaciones madre como el Partido Comunista (FADI), el Partido Comunista Marxista Leninista (MPD), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Partido Socialista Popular, social demócratas y otras organizaciones menores, como el trotskismo.
Todos nosotros tuvimos que dejar los dogmas mayores y menores, tuvimos que dejar a un lado infinidad de prejuicios adquiridos en esas organizaciones. Estos fueron los cimientos en los cuales se fue forjando la mayor y más representativa figura política que ha tenido este país en los últimos 50 años, después de Jaime Roldós, no ha habido nadie que despierte la pasión y la emoción que llegó a provocar de a poco Fernando Alcibíades Villavicencio Valencia con quién forjamos una amistad más allá de todas las personas que había conocido mi amigo, porque como él decía, “tengo muchos, muchos conocidos, pero contados amigos”.
Ahí estaban figuras como el fundador del sindicalismo patriótico como fue Marcelo Román, Iván Narváez, Diego Cano, Mario Escobar y otros con los cuales tuvo una gran relación al ingresar como parte de la organización de trabajadores que llegaron a paralizar la industria petrolera, siempre por motivos patrióticos y nunca por una reivindicación particular o gremial.
Son esos momentos donde Fernando observa que el corazón de la economía del Ecuador estaba en la industria petrolera y analiza que nuestro país perdía muchos recursos en las negociaciones que los gobiernos con distintos ministros y gerentes mantenían con las empresas transnacionales y en los cuales nuestro país perdía ingentes cantidades de dólares.
Fernando fue inmiscuyéndose en temas delicados como las telecomunicaciones, la ejecución de las obras de infraestructura hidroeléctrica en diversas partes del país y descubre que todas estas obras tenían una característica esencial: habían sido conseguidas a base de sobornos que las obras tenían un enorme sobreprecio y qué, lastimosamente, también eran de pésima calidad.
Fernando al llegar el 2020 profundiza aún más, y llega a la conclusión el capital del narcotráfico ha metido sus garras en la obra pública, ha metido sus manos en las adquisiciones del sector público, que el narcotráfico ha metido sus manos en los gobiernos autónomos descentralizados, que la obra pública de los municipios y consejos provinciales tenían una misma característica que era la coima, el sobreprecio, la obra mal hecha y que, dolorosamente, el país perdía más y más recursos.
Pero, al evidenciar que las manos del narcotráfico habían contaminado a la obra pública también nos damos cuenta de que la narco política en el estado, revelada por Francisco Huerta Montalvo (QH:.) ya fallecido, se hacía evidente y las dimensiones de esa penetración eran tan graves como un cáncer.
Este descubrimiento de que la política tenía una relación directa con el narcotráfico hace que la vida de Fernando corra peligro y que conforme pasan los días y se producen las investigaciones se vaya descubriendo la relación de varios políticos de los partidos dominantes en el manejo de capitales que mueven en los puertos, que el dinero se mueve en varias de las industrias, en los hospitales, en la minería ilegal, en los Gobiernos Autónomos Descentralizados y grupos de proveedores del estado en franca relación con grupos de poder.
Los diferentes grupos que han manejado el estado ecuatoriano, desde el principio, pretenden seducir al periodista a través de ofrecimientos de financiamiento; los cuales, evidentemente jamás fueron consideradas en lo más mínimo. Estos intentos múltiples de empresarios, empresas petroleras y dinero de dudoso origen jamás fueron aceptados, lo que hace que todos sepan del carácter incorruptible en el trato de los temas investigados, algunos de ellos denunciados en la Fiscalía.
Fernando siempre estuvo en la mira de la delincuencia organizada y de las organizaciones narcopolíticas y en algún momento, estos delincuentes, ponen su vista sobre el periodista y más aún cuando es legislador. La narcopolítica lo pone como objetivo, no solamente al interior del país, también desde el extranjero como México, Colombia e incluso de los mafiosos europeos. Recordemos que Villavicencio denuncia la comercialización del petróleo que le trajo amenazas de Enrique Cadena Marín (el zar del petróleo) o la denuncia contra la colombiana Piedad Córdova y Gustavo Petro, presidente en funciones, por uso de dinero del narcotráfico.
Después de una descollante actuación como legislador (asambleísta 2022-2023) y haber sido el único asambleísta que demandara del Presidente Lasso una convocatoria a muerte cruzada, debido a que el presidente tenía una oposición insostenible que venía de la derecha socialcristiana y la izquierda delincuencial, Fernando Villavicencio acepta ser candidato como respuesta a un verdadero clamor ciudadano donde concurrían todos los sectores: clase media, sectores sociales organizados, gremios profesionales, policías, militares y distintas expresiones sociales organizadas o no.
Iniciamos el proceso con mucho cuidado tratando de no exponerle, tratando de que nuestras actividades no sean detectadas por las fuerzas narco delictivas, solicitamos al gobierno nacional a la policía la protección necesaria para nuestro candidato, pero siempre estuvo vigilado, amenazado por los grupos delincuenciales y narco políticos que no dudaron en preparar en la misma Asamblea Nacional el cómo “quebrarlo”.
Enseguida, también pudimos valorar que la respuesta de la ciudadanía era de un apasionamiento por la figura de Fernando, en el cual veían al fiscalizador, al redentor de la patria, a la persona que iba a llevar a la cárcel a múltiples actores políticos del narcotráfico, de la violencia criminal y a quienes nos han quitado la paz al pueblo ecuatoriano. Sin embargo, lastimosamente, no pudimos cuidarlo, el país, su policía, no lo cuidó suficientemente y las manos arteras de la violencia criminal llegó a quitarle la vida un 9 de agosto del 2023.
Con ello, se fue la esperanza, se fue el sueño de gran parte de la población ecuatoriana que veía en Fernando al Presidente Valiente. Que veía en Fernando como la última oportunidad, la única persona capaz de combatir al narcotráfico y a la violencia criminal que se instaló en nuestro país y que nos llevó a una crisis sin precedentes, en la cual, lastimosamente, si el gobierno y los diversos organismos del estado ecuatoriano no ponen la suficientes capacidades, no organizan el estado para combatir a estos sectores criminales, el país se perderá, como se han perdido ya miles de vidas; muchos fugaremos fuera de nuestras fronteras para preservar la vida, como el último bien preciado.
Pero, en homenaje a nuestro líder, a nuestro amigo, a nuestro compañero, quienes tratamos de emularlo, intentamos estar a la altura de lo que él habría hecho; no podemos dejar que nuestro país sea tomado definitivamente por los grupos mafiosos, violentos y por sus operadores políticos que siguen manteniendo la dirección de este ciclo de terror, de inseguridad y destrucción.
Fernando Villavicencio Valencia, vive y vivirá, mientras nosotros lo recordemos, vivirá, mientras nosotros difundamos su pensamiento; pero, para difundir su pensamiento primero debemos conocer su obra, que está aquí, su obra está lista para ser analizada y difundida entre las nuevas generaciones, para que sepan que hubo una persona que sacrificó su vida por develar la corrupción, por no permitir la impunidad, por la libertad y por la ética en la práctica política y por defender a las familias de la patria ecuatoriana.
Dr. Carlos Figueroa
Médico y amigo del QH:. Fernando Villavicencio Valencia.
Documento leído en una tenida fúnebre en Logia Masónica.